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De niñas a mujeres

El, sin duda, hermoso filme de Pilar Palomero ambientado en una escuela religiosa de la Zaragoza de 1992, en la que el tiempo parecía aún parado, como si de una nueva Vetusta de Alas Clarín se tratara, representa un recordatorio de la juventud y adolescencia de muchas mujeres que ya fueron educadas .


La alumna recién llegada de Barcelona junto a la música de grupos como; Niños del Brasil, Manolo Kabezabolo, Más Birras y Héroes del silencio, son la brisa, los vientos del cambio que llevarán a la protagonista, Celia Mateo, a cuestionar todo lo que creía de ella misma hasta ahora. El año de las olimpiadas acercaría a la sociedad española de post-transición a Europa, borrando aquellas cenizas de la España muerta que cantaba años antes nuestra querida Cecilia.


A pesar de la sociedad anclada en los valores ultracatólicos del pasado, el uso de la vergüenza y la culpa para callar a las mujeres, la pequeña heroína a la que da vida Andrea Fandós reivindica al final su derecho a alzar la voz en una magistral interpretación difícil de olvidar.

Temas como el sutil bullying de antaño: femenino, solapado y perverso, causado por la total represión constante de la mujer y sus libertades, sobre todo sexuales; los prejuicios de una sociedad que criminaliza siempre a la mujer incluso si ésta ha sido engañada y abandonada; o el analfabetismo emocional bajo el que fuimos educadas y educados en aquellos años, a pesar de aquellos que hablaron de los grandes avances de la transición en cuestión de libertades; son los temas que configuran el fondo de esta historia: una búsqueda de identidad de una adolescente en tiempos no tan lejanos.



Andrea Fandós en Las Niñas


Hablando de tiempo, se hace muy evidente cómo éstos cambios de valores y moral no fueron homogéneos en todas las ciudades ni mucho menos en los pueblos: la metáfora del tiempo detenido en el pueblo de la madre de la protagonista, en el que el silencio y los colores blancos, negros y grises predominan, el único coche que se ve está parado, se ilustra con la roja señal de stop en medio de la inmovilidad absoluta.


La ambientación de los escenarios es tan detallada, que hasta los “egeberos” podemos reconocer la cestita del pan en un rinconcito del plano, los vasos de la crema de chocolate de la merienda y las sábanas de flores grandes que ahora sé que las tuvimos todos.

La interpretación del grupo de niñas nos recuerda con gran acierto, que las jóvenes no siempre fueron como hoy en día, tan libres de explorar sus curiosidades y sus deseos propios de la edad; sino que anteayer, muchas deseaban, y a la vez odiaban, y condenaban a las que se atrevían a transgredir los límites del patriarcado.


Para mí ha sido un buen regreso al pasado, tan cerca del día de la mujer, el 8 de Marzo, que aún hoy sigue levantando ampollas políticas, y que nos avisa de que aún queda mucho camino por recorrer, a pesar de que muchas Celias se han atrevido a cantar bien fuerte.


Helena Soriano Pons, Writing Rabbits


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