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El Hombre Invisible es una película necesaria

El Hombre Invisible ha sido, sin duda alguna, uno de mis grandes descubrimientos cinematográficos de este año 2020. A veces hay películas que te cautivan desde el minuto uno, algo parecido me pasó con este filme. Recuerdo ver el cartel colgado en el metro de debajo de mi casa y, sin leer el título, pensar que debía ir a verla (el primer plano de la gran Elisabeth Moss no me dejó otra opción). Sin embargo, no fue hasta al cabo de un par de días que descubrí cuál era su temática principal.


En el mundo del cine encontramos infinidad de categorías para clasificar los diferentes filmes que existen: Comedia, drama, thriller, acción, para llorar, para reír, etc. Para mí esta película, junto con muchas otras, estaría dentro del grupo películas necesarias. No por su ejecución o realización, sino por el tratamiento y presentación que le da a un tema tan complejo como la violencia machista. A lo largo del comentario intentaré repasar todos esos aspectos que la convierten en gran pieza.


De cara al público el filme se presenta como una entrega más del famoso personaje de El Hombre Invisible, al qué ya se le han dedicado más de diez largometrajes a lo largo de la historia. El primero de todos, y el mejor para muchos, data del año 1953 y fue dirigido por James Whale. El último, sin embargo, nos llega de la mano de Leigh Whannell. El guionista australiano, conocido por su participación en algunas de las sagas de terror más famosas de los últimos años como Insidious o Saw, coge al personaje y lo aparta a un lado, o al menos eso parece. A algunos les puede parecer una idea muy básica el hecho de convertir a un maltratador en, literalmente, un hombre invisible, yo no lo veo así.


Las ideas o conceptos obvios en muchas ocasiones son el argumento principal de grandes películas, todo depende de cómo las apliques y ejecutes. En el largometraje de Whannell podemos ver como un hombre, Adrian Griffin, maltrata física y psicológicamente a su pareja, Cecilia. Lo gracioso es que casi no vemos al maltratador, aunque su presencia se hace notar en todo momento. Esa es la idea general de la historia, todo y que este “no esté” la víctima continúa recibiendo un maltrato constante que le hace imposible seguir con su vida. Hay un momento en qué la protagonista necesita recorrer, aproximadamente, los cinco metros que separan la puerta de la casa donde se refugia del buzón, se nos enseña lo difícil que es para el personaje de Elisabeth Moss realizar una acción tan “simple” o “cotidiana” para cualquier otra persona. Es una de las mejores escenas de la película, la más realista.


A parte de la invisibilidad de la que goza el maltratador, el otro gran tema que se plantea es el desprestigio constante hacia la víctima. En este caso, al estar hablando de una película de ficción, podemos entender que la gente no crea que alguien está sufriendo acoso de un “maltratador invisible” y que además ha muerto (en el filme Adrian finge su muerte). Pero ¿realmente es algo que no pasa en el mundo real cuando el maltratador está “vivito y coleando”? Eso es lo interesante, durante un tiempo el espectador duda si lo que está viendo es el delirio de una persona maltratada o, por el contrario, si realmente hay un hombre invisible; para mí hubiera sido mejor dejar la ficción a un lado y que este nunca hubiera existido. Toda la película es una metáfora constante ¿una metáfora muy evidente? Sí, pero qué más da.


El largometraje se divide en dos grandes partes. En la primera, como hemos dicho hasta ahora, se nos presenta el maltrato psicológico constante que padece Cecilia por parte de un hombre invisible, sin ella saber con certeza si tal cosa existe. No obstante, en la segunda esta descubre el moderno traje que le permite a su expareja volverse transparente al ojo humano y la tónica de la historia cambia por completo. Es cierto que la desacreditación hacia la víctima se acentúa y los actos del maltratador se vuelven más agresivos, pero la película, dotada con un toque de terror, se convierte en una persecución mutua entre los dos personajes principales. Es cierto que hay otras subtramas destacables, pero ahora mismo eso no nos interesan.


No me gustaría acabar este comentario sin hablar de Elisabeth Moss y lo que su participación en este proyecto supone, sin ella el filme sería totalmente diferente. Moss es conocida por su papel en la famosa seria The Handmaid’s tale, donde su rol es parecido. Algunos dicen que solo sirve para hacer personajes atormentados, a lo mejor no le han dado todas las oportunidades que merece. Yo no sé lo suficiente como para analizar su actuación, pero al ver su trabajo te das cuenta de la cantidad de registros que puede realizar y las emociones que llega a transmitir con sus personajes. Espero, sinceramente, hartarme de ver a Moss protagonizando grandes proyectos durante los próximos años.


He empezado esta crítica calificando a El Hombre Invisible como una película necesaria. No creo que sea el largometraje del siglo, ni muchos menos, lo que sí creo es que es muy importante situar en un panorama “comercial” o “mainstream”, como le queráis decir, una historia de este tipo. En este caso concreto, por ejemplo, se podría presentar un escenario en el que un individuo va al cine con ganas de ver a El Hombre Invisible, pero, por el contrario, acaba presenciando una historia que le puede mover algo por dentro o, incluso, incomodar. Esto es lo que hace de esta una película necesaria.

Pau Sauri Soriano, Writing Rabbits




Fuente: #IMBD

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