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Frances Ha me hizo feliz

Actualizado: 7 ago 2020


Tres semanas he tardado en sentarme delante de la aterradora página en blanco y escribir sobre esta película. Al principio no lo entendía, pensaba que el confinamiento había acabado con todas mis neuronas y creatividad. Es un miedo recurrente entre la gente, creo. Este se iba alimentado aún más al recordar con el desenfreno y rapidez que me expresé en mi último “comentario” (aún no sé cómo nombrar mis piezas), dedicado a Climax de Gaspar Noé.


Empecé a recomendar Frances Ha, a decir lo mucho que me había gustado, lo fantástica que es Greta Gerwig, pero siempre me sucedía lo mismo: llegado el punto en que tenía que expresarme de manera racional y explicar el porqué de mi admiración hacia el filme me atascaba y de mi boca empezaban a brotar ideas confusas y contradictorias. Este, principalmente, ha sido uno de los motivos por los que he decidido frenar y esperar a que mis ideas se asentaran.


No soy un experto de cine, por eso, de momento, mi objetivo no es ponerme los guantes de látex y empezar a diseccionar diferentes obras hablando de sus planos; escribo para poder revivir lo que experimento y siento al ver determinadas películas. ¿Qué quiero revivir de Frances Ha entonces? Lo feliz que me hizo, he ahí el motivo de mi irracionalidad desbocada.


Últimamente consumo mucho cine, seguramente más del que debería, llegando al punto de exigirles demasiado a las películas; busco agarrarme al sofá y gritar a la pantalla, quedarme inmóvil ante ella, llorar, reír, busco esa sensación que tuve de pequeño al ver “la buena” de Spiderman, la de Toby Maguire. Sé que puede parecer injusto, pero yo no mando sobre mi inconsciente.


Frances Ha, como he dicho, me hizo feliz, me transportó a un lugar y tiempo concreto. Durante esa tarde de confinamiento, para mí, no existió nada más que la jocosa historia de la no tan joven Frances Ha. Como de costumbre, la película del neoyorquino Noah Baumbach me obligó a mirar en mi interior, a conocerme, a veces me gusta pensar que sus historias me hablan directamente. Con la ayuda de Greta Gerwig, nos presenta una historia humana, realista y cercana sobre una chica incomprendida que no tiene claro lo que quiere hacer con su vida ¿o sí? A lo mejor lo tiene demasiado claro. En la sociedad hay una serie de normas establecidas que debemos seguir para llegar a “tener una vida normal”; casa, pareja y trabajo. Frances decide no seguirlas para poder vivir el “día a día”.


A los treinta minutos del filme el espectador conoce su edad, 27 años. A ti, del mismo modo que al personaje que se lo pregunta, te sorprende, te sorprende por el modo de vida que lleva y su forma de ser, aunque a mí lo que me produjo fue envidia. Frances vive su vida de un modo sincero consigo misma, sabe lo que quiere, o no, no lo sé. Eso sí, en muchas ocasiones podemos ver como la idea de la juventud que ya no “tiene”, pero sigue viviendo, es un tema muy presente en su vida, de algún modo es algo que le atormenta.


Parece que la conozca a la perfección, pero no es así. Todo lo que digo es única y exclusivamente mi impresión. Para mí, como decía, es una persona independiente que no necesita demostrar nada a nadie, pero que a la vez en ocasiones intenta excusar su forma de ser, es extraño. Tiene una cierta dualidad que le da el toque perfecto de realidad que necesita una película de Baumbach y sus personajes. Me recordó mucho al personaje de Brook en Mistress America, interpretado también por la actriz y directora Greta Gerwig. Para entender bien lo que digo nos podríamos fijar, por ejemplo, en la escena donde Frances se enfrasca en una cena rodeada de gente madura y emancipada, allí se puede ver perfectamente esa forma de ser cambiante y tan característica de la que hablábamos.


Yo, como intento de creador, veo a Frances como el personaje que un día me gustaría poder crear. Su complejidad y realismo son el secreto de su éxito. Cabe destacar, sin embargo, la gran interpretación de Greta Gerwig, la cuál es clave para que el espectador dé el aprobado a la historia; yo le doy el sobresaliente. Sí investigas un poco a la artista, de la manera que se expresa, su obra, etc. Puedes ver cómo hay mucho de Greta en Frances, y viceversa. De hecho, la secuencia en la que nuestra protagonista viaja a Sacramento para ver a su familia lo que realmente se le muestra al espectador es a la propia Greta Visitando a sus familiares de verdad. En una entrevista para The New Yorker la artista afirmó que es su parte favorita del filme.


Al inicio apuntaba que tres semanas son las que han pasado desde que vi la película, miento. Tres semanas son las que habían pasado cuando empecé a escribir el comentario, sigo sin saber cómo llamar a mis piezas, pero en realidad ya han pasado dos meses. Muchos podrán pensar que no es algo bueno dejar fermentar tanto una opinión, a lo mejor están en lo cierto. Mi realidad es otra. Yo escribo para mí, como dije, para volver a entrar en el filme y revivirlo. Las sensaciones que sentí al ver Frances Ha fueron tan fuertes que tenía miedo de dos cosas, no sentir-las al volver a verla, y acabar con esta reseña.


Pau Sauri Soriano, Writing Rabbits




Fuente: #IMBD

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